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Filosofía

Nuestras creencias

 

Creemos que:

1. Los estudiantes aprenden con nuestro ejemplo.

2. El amor es fundamentalmente para educar.

3. El amor al trabajo es el motor de una buena educación.

4. Somos capaces de realizar los mayores esfuerzos por el bien de la educación.

5. El amor a Jesús y María nos enseña a ser maestros/as comprometidos en la fe.

6. La presencia del maestro es fundamental para la educación.

7. Nuestro sello personal debe ser la humildad, sencillez y modestia.

8. La disciplina de los estudiantes es fundamental para su aprendizaje.

9. La educación es responsabilidad compartida.

10. Los estudiantes menos favorecidos deber ser nuestro principal interés.

11. El autocontrol ayuda a la armonía y el respeto.

Forma de educar

El alumno es el centro de interés en todo el proceso educativo. Desde la antropología cristiana, deseamos formar una persona creyente en el Dios de Jesucristo, que vive las actitudes de María; armónica e integrada, protagonista de su propia educación, responsable, crítica y creativa; comunitaria y participativa, solidaria y amante de la justicia y de la paz, con conciencia ecológica.

 

A continuación señalamos los aspectos fundamentales sobre el perfil o tipo de alumno que se desea formar; un perfil que implicará el desarrollo de las capacidades del educando, teniendo en cuenta el medio en que se desenvuelve y la persona como tal.

 

El alumno es el centro de interés en todo el proceso educativo. Desde la antropología cristiana, deseamos formar una persona creyente en el Dios de Jesucristo, que vive las actitudes de María; armónica e integrada, protagonista de su propia educación, responsable, crítica y creativa; comunitaria y participativa, solidaria y amante de la justicia y de la paz, con conciencia ecológica.

 

A continuación señalamos los aspectos fundamentales sobre el perfil o tipo de alumno que se desea formar; un perfil que implicará el desarrollo de las capacidades del educando, teniendo en cuenta el medio en que se desenvuelve y la persona como tal.


Relación consigo mismo

La educación marista considera la persona como un ser en relación, llamado a la comunión consigo mismo; una persona que acepta su realidad y se siente responsable de su propio destino. Esto implica el desarrollo de ciertas características personales: 

• Se conoce y acepta a sí mismo, de acuerdo a su condición de hombre o mujer y de la edad o nivel de madurez en que se encuentra. Es auténtico y sencillo.

• Es capaz de expresar con respeto lo que siente y piensa, de ser creativo y crítico frente a sí mismo y al medio circundante, y de discernir los valores y optar por ellos.

• Participa con iniciativa y es capaz de autodisciplina, según su nivel de desarrollo.

• Desarrolla una adecuada autonomía personal, a la vez que siente la necesidad de la colaboración y la riqueza de la interrelación.

• Descubre en Jesús y María modelos de persona humana que inspiran su proyecto personal de vida.


Relación con los demás

Reflejado en:

• Manifiesta acogida y respeto hacia todas las personas con las que se relaciona.

• Posee un sentido de justicia y de respeto por la dignidad y derechos de las personas.

• Atento a los acontecimientos y a la realidad social asume una actitud dialogante, crítica y participativa, como fuente de humanización y búsqueda de la verdad.

• Es capaz de trabajar en equipo, poniendo su iniciativa y creatividad a disposición del grupo para contribuir al logro del bien común.

• Es solidario con sus semejantes y participa en las experiencias de acción social organizadas por el colegio.


Queremos personas que:

• Desarrollen actitudes de comprensión y asimilación crítica de las manifestaciones culturales y de los valores universales, especialmente de nuestros pueblos.

• Respeta la naturaleza como fuente de recursos para el ser humano y como lugar de encuentro con el Dios de la vida.

• Promueve la paz y el respeto por la vida.

• Hace de su saber un servicio y se siente responsable en la construcción de un mundo mejor.


Relación con Dios

Personas con el corazón y la mente abiertas para:

• Aprende a contemplar a Dios en su vida, en las otras personas y en la creación, y a actuar como hijo de Dios.

• Cree en Jesús y en su mensaje evangélico.

• Descubre en María, que vive en referencia a Jesús, el modelo de mujer creyente; la primera cristiana.

• Se integra y participa de la vida, a través de actividades adecuadas a su desarrollo.

Objetivos 2016

Al iniciar el curso escolar en el mes de febrero trazamos los objetivos el año en curso.

Esperamos que próximamente los puedan ver reflejados en éste espacio y

que toda la Comunidad Educativa seamos parte activa en su realización.

Estilo Marista

El estilo educativo marista se fundamenta en una visión integral de la educación; busca conscientemente comunicar valores, mediante una pedagogía peculiar que Marcelino y los primeros maristas iniciaron y que era innovadora en muchos aspectos.

 

La pedagogía marista parte del pensamiento de Marcelino: "Para educar bien a los niños hay que amarlos, y amarlos a todos por igual". Según este principio, las características particulares del estilo marista son: presencia, sencillez, espíritu de familia, amor al trabajo y seguir el modelo de María. Es la suma de estas cualidades y su interacción lo que da a la metodología marista su originalidad.

 

Presencia


Educamos haciéndonos presentes a los jóvenes, demostrando que nos preocupamos por ellos personalmente y como grupo, estableciendo una relación basada en el afecto, que propicie un clima favorable al aprendizaje, a la educación en valores y a la maduración personal. Es una presencia preventiva, atenta y acogedora, caracterizada por la escucha y el diálogo. Una presencia que permite conocer mejor al alumno y colocarse de parte del menos favorecido.

 

Sencillez


Se manifiesta en el trato con los jóvenes, a través de una relación auténtica y directa, sin pretensión ni doblez.  A la sencillez se añade humildad y modestia, componiendo así el símbolo de las tres violetas de la tradición marista: dejando que Dios actúe a través de nosotros y "haciendo el bien sin ruido". La sencillez implica una actitud de apertura, al mismo tiempo que de sinceridad y  fortaleza para ser coherentes con las propias convicciones.

 

Espíritu de familia


El gran deseo y la herencia del padre Champagnat es que los maristas se relacionen los unos con los otros y con los jóvenes como miembros de una familia que se aman. Entre nosotros debe prevalecer un espíritu de acogida, aceptación y pertenencia de manera que todos se sientan valorados y apreciados, cualquiera que sea su función o posición social. Compartimos vida y misión.

 

Amor al Trabajo


Marcelino Champagnat era un hombre de trabajo, un enemigo acérrimo de la pereza. Con esfuerzo tenaz y total confianza en Dios se formó a sí mismo y se entregó a su misión apostólica. En una sociedad en la que predomina el consumismo y el exceso, elegimos enseñar a la juventud a descubrir la dignidad del trabajo; así mismo a través de una pedagogía del esfuerzo, tratamos de que los jóvenes adquieran un carácter y una voluntad firmes.

 

Desde la persona de María de Nazaret


María es el modelo perfecto para el educador marista, como lo fue para Marcelino. María, mujer laica, primera discípula de Jesús, orienta nuestro camino en la fe. El aspecto mariano de la espiritualidad marista se manifiesta, ante todo, en el deseo de imitar sus actitudes para con los demás y con Dios. Con el canto de alabanza del Magnificat, María invita a testimoniar la solidaridad de Dios con los necesitados y los que sufren. Ver documento marista: "Agua de la roca".

Introducción

Nuestra acción educativa forma parte de nuestros principios, son los elementos básicos que dinamizan el trabajo evangelizador del Instituto Marista Padre Ándres Weller Kolbe, Hermanos Maristas. Como institución marista partimos de una determinada filosofía, la de Marcelino Champagnat; acompañados e inspirados por una mujer, María; y de un único pilar, Jesucristo. Estos referentes iluminan el ideal de persona, de educación y de comunidad educativa que deseamos construir. Así mismo, tenemos un estilo propio sustentado en el carisma marista arraigado en muchas personas a lo largo de su fundación en 1817 y en los rasgos que caracterizan a toda escuela católica.

 

Los que formamos la Comunidad Educativa Marista del Instituto Marista Padre Ándres Weller Kolbe somos conscientes de la existencia de ciertos factores del contexto local, nacional o internacional que inciden en nuestra práctica educativa. Atentos a esta realidad, tenemos apertura a las nuevas orientaciones en el campo educativo y asumimos una actitud de constante evaluación de nuestro quehacer educativo con el fin de responder a los retos y exigencias de los tiempos actuales y de preparar a nuestros estudiantes para que se puedan integrar, en forma activa y positiva, a la sociedad que les toque vivir.

 

Los ideales de la educación marista y su puesta en práctica requieren, a su vez, de un clima institucional que ofrezca las mejores condiciones para lograr una educación integral y de calidad. Crear un ambiente de excelencia educativa implica la acción conjunta de todos los integrantes de la Comunidad Educativa Marista; cada uno, desde su condición de docente, padre de familia o alumno, está llamado a brindar su colaboración para lograr las metas más altas. La evangelización, las personas, los espacios, tiempos,  relaciones, enseñanzas, estudios, actividades, normas y otros factores más son parte de ese ambiente educativo marista del cual todos somos responsables.